sábado, 24 de diciembre de 2011

El tumor del odio .

No sé si será el oscuro invierno
o el cómo veo mi futuro encadenado
al fuego del infierno; no sé
si será el frío o la nieve, pero
el odio y la muerte me mueven.
Algo ha cambiado, me invade la ira,
los deseos de muerte y las ganas
de no volver a verte; funestos
sueños en la madrugada, sentir
que no soy dueño ni de mi
ni de nada. Me mueve la crueldad
y el pasotismo, odio el cinismo,
el hecho de que crean que sólo existen
ellos mismos.. Y su puto pragmatismo !
Todo hace que se retuerza mi propia
doctrina, hasta el punto de llegar a ver
a la fuerza como única medicina !
La música me llena, mientras esta
podrida sociedad me quema por dentro;
lo intento, busco y no encuentro
ni un sólo sentimiento que merezca
la pena...

Merecen perecer en vez de ver
el Edén, que les den en donde
duele. Cuerpos sin alma, almas
sin cuerpo, seres que deberían estar
muertos. Ya no tienen mi beneplácito,
hoy seré como ellos, seré práctico.
Acabaré con sus vidas, que ya
están perdidas. Quiero ver sus
almas encadenadas a las
llamas, como la mía. Día a día
durante un tiempo infinito quiero
oír sus gritos de dolor, quiero
que el color rojo de su sangre
sea el que los bañe, sangre
hirviente que los dañe y despelleje.

Quiero regocijarme mientras veo
cómo sufren, masturbarme ante esa
dulce escena, observar cómo se queman
y sentir el placer al ser ese ser cruel
que los tortura con una soltura
dura y pura que me abruma. Convertirlos
a ellos en esclavos y a ellas en
monturas. Quiero extinguirlos, quiero
que quedemos tú y yo, y quien se lo
merezca, quiero que una vez extirpado
el tumor del odio, el amor crezca.

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