lunes, 27 de febrero de 2012

Lágrimas de fuego.

Lloro, lágrimas de fuego que se enroscan
a mi cuello, cual serpiente que me asfixia.
Lágrimas ardientes y rojas que derramo,
rojas, como las rosas cuyo ramo tramo regalarte.
Aunque de nada va a servir, rojas,
como la sangre que daría por ti.

Lágrimas abandonadas en la más triste
soledad de mi existencia. Pierdo la
noción del tiempo y la decencia. Vagabundo
del mundo, vagabundeo por el campo del
sentimiento, cual fantasma que se muere
y no se va, pues quien ama y no amó
aún queda... Que prefiere la eterna soledad
a no volver a verla. Enferma, mi cuerpo enferma,
mi alma, ya muerta, me convierte en un muerto
que vive y no quiere; que quiere
y por eso no vive ... Pero no muere,
perdura en la agonía, sufriendo esta tortura
día tras día.

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